El Negro se sienta redondo en la cama. Trajo un lemon pie, pero Clara no está, le están haciendo unos estudios.
Con un suspiro, exhausto, se deja caer sobre la almohada y se derrama en el sueño.
Allí entra Clara, con un ramo de flores. Otro.
Lo mira con ternura, lo besa, le dice algo sobre la bata y sobre un mp3. Lo pone. Canta. Le canta. No es su tono.
Se hace lugar y recuerda. El lemon pie, ése día. La discusión. Las llaves. La alacena. El banquito.
Clara se va. Se vuelve a ir en su sueño, y se lleva las flores.
Hay que comprar un banquito más alto, le dice.
Y que antes estuvieron bailando.
El negro dice que no, que no bailaron nada.
Porque eso fue en un sueño de ella. Él, entonces, no se acuerda. No podría acordarse.